Las elecciones autonómicas en el País Vasco han deparado un escenario político inédito en Euskadi, a pesar de que el Partido Nacionalista Vasco (PNV) ha logrado mantener su posición como primera fuerza política. El partido liderado por Imanol Pradales ha ganado en votos, superando a EH Bildu por más de 30.000 papeletas. Sin embargo, la coalición abertzale ha logrado un resultado histórico, empatando a 27 escaños con los jeltzales.
Este equilibrio de fuerzas abre la puerta a un cambio político en el País Vasco, aunque el PNV podrá formar gobierno gracias a su alianza con el Partido Socialista de Euskadi (PSE-EE), que ha mejorado sus resultados y garantiza la mayoría absoluta. Moncloa respira al ver que sus socios vascos mantienen el poder, pero es consciente de que la sociedad vasca ha enviado un mensaje claro de transformación.
EH Bildu, liderado por Pello Otxandiano, ha sido el gran triunfador de la noche electoral, al lograr 100.000 votos más que en los anteriores comicios y situarse como una alternativa real al PNV. La coalición ha ganado en Gipuzkoa, Álava y Vitoria, recortando distancias en feudos jeltzales como Bizkaia. Otxandiano ha declarado que «el mapa político ya ha cambiado» y que «el cambio está en marcha y es imparable».
Por su parte, el PSE-EE se ha afianzado como tercera fuerza política, con 12 escaños que le permiten ser clave para la gobernabilidad. Su candidato, Eneko Andueza, ha descartado cualquier pacto con EH Bildu por motivos éticos relacionados con ETA, por lo que la reedición del gobierno PNV-PSE parece la opción más probable.
El bipartidismo da un paso más en su asentamiento en el País Vasco.
Estos comicios han confirmado la tendencia al bipartidismo en Euskadi, con PNV y EH Bildu sumando casi el 68% de los votos y 54 de los 75 escaños. Es también el Parlamento más abertzale de la historia, aunque sin que ninguna de las dos fuerzas nacionalistas tenga un discurso abiertamente independentista.
A la derecha, el Partido Popular (PP) ha roto su mala racha electoral y ha logrado 7 escaños, mientras que Vox ha mantenido su único representante. En la izquierda no nacionalista, la división ha pasado factura: Podemos desaparece del Parlamento y Sumar se queda con un solo escaño, de Izquierda Unida (IU).
La izquierda no nacionalista se desploma en Euskadi.
Las elecciones autonómicas vascas han dejado un panorama desolador para la izquierda no nacionalista en Euskadi. Podemos, la formación que hace apenas siete años irrumpió con fuerza en el Parlamento vasco, ha desaparecido por completo de la cámara, mientras que Sumar ha logrado salvar los muebles con un único escaño.
Este desplome electoral es el resultado de la división y la falta de entendimiento entre las fuerzas progresistas vascas. Tras años de desencuentros y luchas internas, Podemos y Sumar concurrieron por separado a estos comicios, una decisión que ha tenido consecuencias nefastas para ambas formaciones.
En el caso de Podemos, la formación morada no ha logrado superar la barrera del 3% necesaria para obtener representación parlamentaria. Un resultado que contrasta con los 11 escaños que consiguió en su debut electoral en 2016 y los 6 que mantuvo en 2020. La caída ha sido especialmente dolorosa enÁlava, donde hace cuatro años Podemos logró dos representantes y ahora se ha quedado sin ninguno.
La coordinadora vasca de Podemos, Pilar Garrido, ha reconocido la dureza de la derrota, pero ha querido lanzar un mensaje de esperanza: «Asumimos este duro golpe. Pero no acaba aquí el camino.». Sin embargo, la realidad es que Podemos ha pasado de ser la tercera fuerza vasca a la irrelevancia parlamentaria en apenas siete años.
Sumar salva los muebles a medias.
Por su parte, Sumar ha corrido mejor suerte, pero su resultado también ha estado lejos de las expectativas. La coalición que en España lidera Yolanda Díaz y que agrupa a IU y otras fuerzas de izquierdas, ha logrado mantener un escaño en Álava gracias a la mejor implantación territorial de Izquierda Unida en esa zona. El secretario general del PCE-EPK, Jon Hernández, será el único representante de la izquierda no nacionalista en el nuevo Parlamento vasco.
Es un resultado agridulce para Sumar, que aspiraba a convertirse en el referente de la izquierda vasca, pero que ha visto cómo su mensaje no ha calado entre el electorado. La división con Podemos y la falta de un liderazgo claro han lastrado las opciones de la coalición, que ha perdido cinco escaños respecto a los que sumaban las fuerzas que la integran en 2020.
La gran paradoja es que el escaño de Sumar no lo ha logrado su candidata a lehendakari, Alba García Martín, sino el representante de IU. Un símbolo de la complejidad de las relaciones entre los partidos que conforman la coalición y de la necesidad de encontrar una voz propia y diferenciada.
Esta debilidad contrasta con la fortaleza que tuvo la izquierda en el pasado. Herri Batasuna, Euskadiko Ezkerra o la propia IU llegaron a tener una presencia significativa en el Parlamento vasco. Sin embargo, esa tradición parece haberse diluido en los últimos años, en favor de un nacionalismo pragmático representado por el PNV y un soberanismo de izquierdas encarnado por EH Bildu.
El desplome de Podemos y la residual presencia de Sumar en el Parlamento vasco son el reflejo de una izquierda no nacionalista en crisis, que necesita una profunda reflexión en todo el estado.