El 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, no es sólo una fecha para conmemorar; es un momento de reflexión global sobre el camino que hemos recorrido y los desafíos que aún enfrentamos en la búsqueda de la igualdad.
Nuestra sociedad ha vivido una gran ola de avances que ha sido posible gracias a las luchas del movimiento feminista. Pero en los últimos años estos avances se ven en cuestión por una internacional conservadora que en España tiene a VOX o personajes como Isabel Díaz Ayuso como sus máximos exponentes.
Ayuso, en el propio 8M ha atacado al movimiento feminista y ha mostrado un desconocimiento flagrante de los principios básicos del feminismo al acusarlo de «orquestar un ataque al hombre, la familia y la maternidad».
Nada más lejos de la realidad. Como bien expresó Simone de Beauvoir, el feminismo busca liberar a la mujer, pero también al hombre, del concepto desfasado de la «eterna femenina» que ha oprimido y limitado las vidas de ambos géneros.
El feminismo como punta de lanza contra el patriarcado, no contra los hombres.
El movimiento feminista no es una «revolución» contra los hombres, como afirma la presidenta ultra de Madrid, Ayuso. Es una revolución contra el sistema patriarcal que durante siglos ha relegado a la mujer a un segundo plano, negándole derechos, libertades y oportunidades en favor de mantener roles y estructuras de poder injustas y arcaicas.
Este 8 de marzo, nos convoca a mirar hacia el feminismo no como una lucha aislada, sino como un movimiento inclusivo y diverso que busca transformar las estructuras sociales, políticas y económicas que perpetúan la desigualdad y la discriminación. Es un día para reafirmar nuestro compromiso con la igualdad, la justicia y la dignidad de todas las mujeres, incluidas las mujeres trans, quienes son parte esencial de esta lucha por un mundo más justo.
El feminismo, en su esencia, aboga por la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas, independientemente de su género. Es un llamado a la acción para desmantelar las estructuras patriarcales que han perpetuado la discriminación y la violencia contra las mujeres y las niñas en todas sus formas. En este día, recordamos que la lucha feminista es inclusiva y reconoce la diversidad entre las mujeres, incluidas las mujeres trans, cuyas batallas son igualmente necesarias en este movimiento.
Queda un largo camino por recorrer.
La historia del feminismo está marcada por valientes actos de resistencia y demandas de cambio. Desde el derecho al voto hasta la lucha por la igualdad salarial y contra la violencia de género, las mujeres han liderado el camino hacia una sociedad más justa. Sin embargo, a pesar de los avances significativos, aún enfrentamos enormes desafíos. La brecha de género persiste en el ámbito laboral, la violencia contra las mujeres es una epidemia global, y los derechos reproductivos están bajo amenaza en numerosas partes del mundo.
En este contexto, es imperativo que las políticas de igualdad sean más ambiciosas y transformadoras. Necesitamos leyes y políticas que no solo aborden la discriminación de manera superficial, sino que se adentren en las raíces del patriarcado y desmantelen los sistemas de opresión. Esto incluye garantizar el acceso a la educación y la salud para todas las mujeres, proteger los derechos laborales, y asegurar que las mujeres tengan una representación equitativa en todos los niveles de toma de decisiones.
El 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres es una oportunidad para reflexionar sobre cómo cada uno de nosotros y nosotras puede contribuir a este movimiento. Se trata de un camino que se construye andando, desafiando las normas de género dañinas, y apoyar a las organizaciones que trabajan incansablemente por los derechos de las mujeres. Es un día para celebrar la diversidad y la fuerza de las mujeres en todo el mundo, reconociendo que nuestra lucha es común y nuestra victoria es compartida.