La Ganadería Intensiva y la inacción de 5 CCAA, entre ellas Castilla y León, llevan a España a una condena por contaminación en un fallo sin precedentes. El Tribunal de Justicia Europeo ha condenado a España por incumplir las obligaciones de la Directiva de Nitratos. La sentencia pone el foco en la inacción de ciertas Comunidades Autónomas, líderes en la ganadería intensiva y el regadío, para atajar la contaminación por nitratos de origen agrario.
Castilla y León, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura y la Región de Murcia han sido señaladas por los magistrados europeos. La contaminación por nitratos en estas regiones muestra una tendencia al alza, pero las autoridades no han adoptado «acciones reforzadas» ni «medidas obligatorias» para contrarrestarla.
La inacción de las Comunidades Autónomas
El fallo judicial no critica tanto los niveles de nitratos en aguas como la ausencia de actuaciones para corregir el problema. Según la Comisión Europea, España debe responder tomando «las medidas necesarias» para cumplir la normativa comunitaria.Teresa Ribera, Vicepresidenta Tercera del Gobierno, reconoció que se esperaba esta sentencia.
En el caso de Castilla y León, el Tribunal considera insuficiente el Decreto 4/2018 sobre condiciones ambientales para instalaciones ganaderas. Además, califica de tardío el Programa de actuación sobre zonas vulnerables aprobado en 2022, que permite dosis excesivas de abonos y la ampliación de macrogranjas.
Ecologistas en Acción denuncia que la Junta de Castilla y León se ha rendido ante los intereses de la ganadería industrial intensiva, sacrificando la calidad del aire y el agua. La organización exige una moratoria inmediata para todas las macrogranjas ganaderas en zonas vulnerables.
Esta sentencia condenatoria debe servir de reflexión para revertir la insoportable situación de contaminación de aguas subterráneas en Castilla y León. Es fundamental adoptar medidas que protejan el medio ambiente, la salud pública y a los pequeños ganaderos frente a la apuesta de la Junta por las macrogranjas industriales.
El impacto de la ganadería intensiva
Según el fallo judicial, una fuente de contaminación señalada es la ganadería porcina intensiva, especialmente en Aragón. Esta comunidad, líder del sector en España con 9 millones de cerdos anuales, concentra numerosas macrogranjas que pueden albergar hasta 5.500 animales para engorde.
La gestión inadecuada de los purines, mezcla de excrementos y agua, puede provocar filtraciones y emisiones de gases nocivos. El 34% de las masas de agua subterránea de la Demarcación del Ebro (Aragón) presenta mal estado químico, con 15 empeorando en la última evaluación.
Castilla y León, con más de 4,4 millones de cerdos, y la Región de Murcia, con 2,4 millones, también enfrentan el desafío de mitigar la contaminación provocada por esta actividad ganadera intensiva.
¿Qué es la ganadería intensiva?
La ganadería intensiva es un sistema depredador de producción animal que sacrifica el bienestar de los animales y el medio ambiente en aras de la máxima productividad y rentabilidad económica. En estas granjas industriales, miles de animales son hacinados en espacios reducidos, privados de libertad de movimiento y sometidos a condiciones de vida insalubres y estresantes. Esta crueldad sistemática se justifica con la premisa de maximizar beneficios y reducir costos a toda costa.
Pero más allá del sufrimiento animal, la ganadería intensiva también constituye una grave amenaza ambiental. Genera enormes volúmenes de desechos contaminantes, degrada los suelos, contamina las aguas con nitratos y otros residuos tóxicos, y es responsable de cuantiosas emisiones de gases de efecto invernadero que agravan la crisis climática. Esta práctica insostenible pone en riesgo nuestros ecosistemas y la salud pública en aras de un modelo depredador que antepone los intereses económicos a la ética y la sostenibilidad.
Además, la expansión de las macrogranjas industriales perjudica gravemente a los ganaderos tradicionales de extensivo, quienes producen alimentos de gran calidad reconocidos internacionalmente, como el inigualable Jamón Ibérico. Estos pequeños productores se ven arrinconados por un sistema que prioriza la cantidad sobre la calidad, poniendo en riesgo no solo el medio ambiente, sino también un patrimonio cultural y gastronómico único en el mundo.
Ganadería intensiva y extensiva: principales diferencias
Mientras la ganadería extensiva tradicional se integra armónicamente en el entorno natural, respetando los ciclos vitales y permitiendo a los animales desarrollarse en completa libertad, la ganadería intensiva representa una ruptura radical con los principios de sostenibilidad y bienestar animal. Este modelo industrializado, centrado únicamente en la máxima productividad, reduce a los animales a meras piezas de una cadena sin fin de explotación.
Más allá de las inaceptables condiciones de hacinamiento y estrés a las que se ven sometidas las reses, la ganadería intensiva constituye una amenaza para la salud pública. La masiva generación de desechos orgánicos mal gestionados actúa como caldo de cultivo para la propagación de patógenos, antibiótico-resistencias y otras afecciones de riesgo zoonótico. Los peligrosos compuestos derivados de purines y excrementos acaban filtrándose a las reservas hídricas, comprometiendo el acceso a recursos hídricos salubres.
En contraste, la ganadería de pastoreo extensiva genera alimentos de máxima calidad, como las prestigiosas carnes y embutidos ibéricos, conservando la riqueza genética y los valores nutricionales únicos de las razas autóctonas. Esta actividad tradicional preserva además un valioso acervo cultural y paisajes de alto valor ecológico, frente a la expansión homogeneizadora de las macrogranjas intensivas que arrasan con la singularidad de los territorios.
Cultivos de regadío, fuente de contaminación
Además de la ganadería intensiva, el fallo del TJE critica la contaminación por nitratos proveniente de los cultivos de regadío intensivo. Las hortalizas son uno de los cultivos que más excedente de nitrógeno generan debido al uso de fertilizantes.
En regiones como Murcia, Extremadura y Castilla-La Mancha, líderes en producción hortofrutícola, se registran altos niveles de contaminación. Por ejemplo, en 2021 el balance de la Región de Murcia arrojó un excedente de 176 kg de nitrógeno por hectárea de cultivo de regadío de hortaliza.
Como consecuencia, el 80% de las masas de agua subterránea de la Demarcación Hidrográfica del Guadiana (Castilla-La Mancha y Extremadura) presentan un mal estado químico, indicativo de exceso de nitratos. En la Demarcación del Segura (Murcia), el 37% de los acuíferos y el 18% de las aguas superficiales sufren el mismo problema.
Más en Nexo Noticias.