En un nuevo movimiento que ha levantado cejas y críticas, el Ayuntamiento de Salamanca, bajo el mando del Partido Popular, ha decidido otorgar una nueva dedicación exclusiva a Almudena Parres, concejala del área de Deportes. Esta decisión, que se suma a las ya tomadas anteriormente, pone de manifiesto la tendencia preocupante del partido de priorizar sus propios intereses económicos por encima de las necesidades de la ciudadanía.
El Boletín Oficial de la Provincia ha revelado, en una notificación breve y estratégicamente publicada durante las vacaciones de agosto, que Parres se une al exclusivo club de concejales que disfrutan de salarios que oscilan entre los 58.000 y 72.000 euros anuales. Estas cifras, que superan con creces lo que muchos ciudadanos ganan en un año, evidencian una desconexión palpable entre los representantes electos y aquellos a quienes se supone deben servir.
No es la primera vez que el Partido Popular toma decisiones de este calibre.
Otros miembros de la corporación municipal, como Fernando Carabias, Roberto Martín Parra, María del Carmen Seguín, Fernando Rodríguez y Ángel Fernández Silva, ya gozan de estos sueldos astronómicos. Además, no podemos olvidar al alcalde de Salamanca y a Ignacio Rivas, concejal por Vox, quienes también se benefician de esta política salarial.
¿Por qué, en tiempos de crisis y desafíos sin precedentes, el Partido Popular decide incrementar los sueldos de sus representantes en lugar de invertir en proyectos y servicios que beneficien directamente a la ciudadanía?
La respuesta, aunque dolorosa, parece obvia. Almudena Parres y su concejalía de deportes a precio de oro no son más que un reflejo de una estrategia más amplia y generalizada de este partido. Parece ser que las políticas de “abrocharse el cinturón” son solo para el ciudadano de a pie.
Es esencial que los salmantinos, y todos los españoles, estén informados y tomen medidas. La política debe ser un servicio, no un medio para el enriquecimiento personal. Es hora de exigir transparencia, responsabilidad y, sobre todo, un poco de humildad por parte de aquellos que se suponen trabajan a nuestro servicio.