Jesús Julio Carnero, alcalde de Valladolid, ha optado finalmente por reafirmar su alianza con Vox, rechazando así la oferta del PSOE de gobernar en solitario. Esta elección, que refleja una inclinación clara por la ultraderecha, evidencia las prioridades y la visión política de Carnero.
El PSOE, a través de su portavoz Pedro Herrero, había propuesto un cambio de rumbo, sugiriendo un modelo de gobierno más inclusivo y centrado en los desafíos reales de los ciudadanos de Valladolid. Herrero argumentó que la presencia de la ultraderecha en el gobierno municipal no solo es innecesaria, sino también un lastre para el desarrollo y la cohesión social de la ciudad.
Contrariamente a estas preocupaciones, Carnero ha defendido su pacto con Vox, describiéndolo como un acuerdo «estable y fructífero». Esta defensa, sin embargo, parece ignorar la deriva que supone gobernar con un partido ultraderechista y reaccionario, especialmente en un contexto político y social cada vez más polarizado. El alcalde ha destacado proyectos como el soterramiento del ferrocarril (en el cual no se ha movido aún una mota de grava), pero su insistencia en mantener la coalición con Vox plantea dudas sobre su compromiso con el bienestar y el futuro de la gente para la que gobierna.
La decisión de Carnero de mantener su alianza con Vox ha provocado un intenso debate en el ámbito político de Valladolid. Mientras algunos defienden la “estabilidad” que dice ofrecer la coalición actual, otros critican la elección del alcalde como un cobarde paso atrás en términos de progreso social y político. La firmeza de Carnero en su alianza con la ultraderecha no sólo define su trayectoria política, sino que también pone en relieve las tensiones y los desafíos que enfrenta Valladolid en esta legislatura que no ha hecho más que empezar.
