El ambiente festivo de la noche de San Juan en Valladolid se desmoronó en un aluvión de violencia cuando tres individuos fueron detenidos por la Policía Nacional tras propinar una paliza a cuatro jóvenes. El sangriento evento tuvo lugar en la Plaza del Poniente.
Los jóvenes, quienes simplemente disfrutaban de la noche en un banco del parque, fueron sorprendidos por un trío agresivo que exigió un cigarrillo o un porro. Al negarse, los jóvenes fueron blanco de una aluvión de insultos, amenazas y finalmente, golpes con botellas de cristal.
Uno de los jóvenes, aterrorizado, intentó huir, pero fue alcanzado por la violencia desenfrenada de los agresores. Botellas de vidrio impactaron contra su cabeza, dejándolo con heridas en el rostro y el cuero cabelludo.
En un momento de intensa desesperación, el ruido del claxon de un coche interrumpió la salvaje paliza. Un valiente trabajador que presenció la escena saltó de su vehículo para auxiliar a la víctima, lo que por suerte detuvo la agresión.
La llamada de emergencia a la Policía Nacional llegó a las 6:55 horas. Cuando los agentes llegaron al lugar, se toparon con una escena de horror. Testigos y víctimas proporcionaron descripciones detalladas de los agresores.
La búsqueda culminó en la Plaza Fuente Dorada, donde la policía encontró a dos individuos cuya ropa ensangrentada coincidía con las descripciones. El tercer agresor fue atrapado en la calle Jorge Guillén tras una intensa persecución. Su resistencia a la detención fue intensa, pero finalmente fue reducido.
Los tres individuos detenidos fueron identificados como presuntos autores de un delito de lesiones graves. El Servicio de Emergencias de CyL 112 fue llamado a la escena, y tras evaluar la gravedad de las heridas, determinaron que los jóvenes debían ser trasladados al Hospital Universitario Río Hortega.
Tras ser presentados ante la autoridad judicial, los detenidos fueron liberados con cargos.
Esta brutal paliza a cuatro jóvenes nos recuerda la importancia de la vigilancia y la solidaridad ciudadana. En una noche que debió ser de celebración, Valladolid fue testigo de lo peor de la humanidad.
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