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España se juega el futuro: Progreso y diálogo vs Odio, pijos y matones

España se juega el futuro: Progreso y diálogo vs Odio, pijos y matones

Las calles de Madrid, frente a la sede del PSOE en Ferraz, han sido testigo de un espectáculo que desafía la esencia misma de la democracia en España, y no por el derecho a la libre manifestación, sino porque hemos podido asistir a una de las patas más evidentes del intento de golpe que la derecha intenta dar junto con el poder mediático y judicial.

En una danza macabra de ultraderechistas, con grupos neonazis al frente, los manifestantes han convertido el ejercicio de la protesta en un asalto a los principios democráticos, coreando eslóganes que evocan los tiempos más oscuros del franquismo y el fascismo de este país.

Esos ‘pijos’ y ‘matones’ que han rodeado la sede del PSOE no son solo una muestra de descontento político; son el resultado de una estrategia de agitación política que ha sido, sí, diseñada por líderes de Vox y al menos tolerada e indirectamente apoyada desde el Partido Popular. Personajes como Santiago Abascal o Esperanza Aguirre, una figura emblemática de la derecha española instando a «cortar el tráfico», han estado presentes.

A pesar del ruido y la furia, debemos recordar que los que se congregan son apenas unos pocos miles de salvajes, que no refleja la voz de la mayoría de los españoles. Sin embargo, el daño y el ruido que esta minoría está infligiendo al tejido social y político es innegable y desproporcionado. Los manifestantes, guiados por la asociación Juvenil de VOX, conocidos ultraderechistas y neonazis y el líder de “Desokupa”, lanzaron consignas como «Viva Franco» o «Pedro Sánchez a prisión».

Unas protestas cocinadas a fuego lento por PP y VOX.

El discurso de «gobierno ilegítimo» que Vox y el PP han mantenido durante años ha preparado el terreno para estas manifestaciones. Han elegido pintar un gobierno que se alinea con los principios constitucionales y que busca la reelección a través de los canales democráticos como un enemigo del pueblo. «De estos barros, estos lodos», y así, los frutos amargos de tal retórica están ahora en las puertas de la calle Ferraz “puto defendiendo a España”.

El fanatismo ultraderechista mueve sus hilos y amenaza la democracia en España.

La derecha y la extrema derecha no solo cuestionan al gobierno, sino que han movilizado un arsenal de influencia que abarca desde el sistema judicial hasta el aparato mediático, en un esfuerzo concertado por desacreditar cualquier iniciativa de diálogo y conciliación. El activismo judicial de algunos magistrados refleja una peligrosa politización que amenaza con desacreditar el sistema legal español. La imparcialidad de la justicia se ve comprometida cuando los veredictos parecen dictados más por afinidades ideológicas que por el imperativo de la ley.

En el corazón de esta tormenta política se encuentra la propuesta de amnistía. Frente a la visión incendiaria de Vox y el PP, que sin duda convertiría a Cataluña en un polvorín, el gobierno de coalición ofrece una alternativa de concordia y progreso. Es una apuesta por la paz civil, por la negociación y el entendimiento, que busca cerrar las heridas en lugar de exacerbarlas.

El acoso a Ferraz es un acto que no debe tomarse a la ligera. La postura de Vox y del PP es una amenaza, no solo para la estabilidad de España, sino para los cimientos mismos de su democracia. España se encuentra en una encrucijada donde se juega mucho más que el futuro político de un partido o de un gobierno; se juega la solidez de su democracia y la cohesión de su sociedad. El país se debate entre la visión de un futuro basado en el progreso y el diálogo, y la retórica del odio y la división que promueve la extrema derecha.

 

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