Salamanca, una ciudad conocida por su rica historia y tradiciones, se encuentra en el centro de un escándalo que ha sacudido a la comunidad religiosa. Policarpo Díaz, quien fuera el sacerdote de La Purísima y vicario de la pastoral, ha alzado la voz para denunciar los abusos sexuales que sufrió durante su tiempo en el Seminario menor de Calatrava. Estos hechos, que tuvieron lugar hace décadas, han sido confirmados por diversas fuentes, incluyendo a la propia Diócesis de Salamanca.
Desde su infancia en Guijuelo, Policarpo mostró una profunda devoción religiosa. Ingresó al seminario siendo aún un niño y, con el tiempo, se ordenó sacerdote. Sin embargo, detrás de las paredes sagradas del seminario, vivió una pesadilla que duró casi una década. Un sacerdote, veinte años mayor que él, fue el perpetrador de estos abusos.
El año pasado, Policarpo decidió romper el silencio y presentó una denuncia ante el Obispado de Salamanca. Aunque los hechos ya están prescritos en el ámbito civil, la diócesis ha confirmado la apertura de un «proceso canónico». El sacerdote acusado ha sido apartado de todas sus funciones y ha iniciado un proceso de acompañamiento en un centro especializado.
La diócesis ha expresado su posición ante los abusos al sacerdote.
La Diócesis de Salamanca ha emitido un comunicado en el que expresa su compromiso con la verdad y la protección de las víctimas. En él, recalcan que, a pesar de la prescripción del delito en la legislación española, se ha seguido el protocolo establecido por la Santa Sede y la Conferencia Episcopal Española. La investigación, llevada a cabo por un equipo técnico externo, ha sido remitida a la Santa Sede en Roma, donde se espera una resolución.
El obispo, Mons. José Luis Retana, ha mostrado su apoyo incondicional a Policarpo, quien actualmente se encuentra de retiro en La Bañeza. Por su parte, el sacerdote acusado ha sido secularizado tras recibir una notificación del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
La diócesis ha instado a quienes hayan sufrido abusos a presentar las denuncias correspondientes y ha reiterado su compromiso con la protección de menores. Este suceso pone en relieve la larga trayectoria de la iglesia católica en materia de abusos sexuales. Son ya muchos los casos de esta índole reportados y denunciados a lo largo y ancho del mundo, dejando tras de sí una larga hilera de víctimas que encontraron la desgracia mientras buscaban la fe.