Los inicios de la revuelta comunera
El 23 de abril es la fiesta oficial de Castilla y León, según establece su Estatuto de Autonomía. La fecha conmemora la batalla de Villalar, ocurrida el 23 de abril de 1521, donde los líderes comuneros Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado fueron derrotados y ejecutados por las tropas del emperador Carlos V.
Esta revuelta antiimperial, considerada por historiadores como Joseph Pérez la «primera revolución moderna» europea, tuvo sus orígenes en el descontento de las ciudades castellanas ante las políticas centralistas de Carlos V y el favoritismo hacia los nobles flamencos de su corte.
Juan Martín Díez «El Empecinado».
Aunque la revuelta fue sofocada en 1521, la figura de los comuneros permaneció viva en el imaginario castellano. Un papel clave en mantener viva esta llama lo jugó el guerrillero Juan Martín Díez «El Empecinado».
En 1821, trescientos años después de la batalla de Villalar, El Empecinado y la sociedad secreta «Los Comuneros» organizaron una expedición al pueblo en busca de los restos de Padilla, Bravo y Maldonado. Este hecho supuso el inicio de la conmemoración de la revuelta comunera.
El Empecinado, héroe de la Guerra de la Independencia contra los franceses, mantenía viva la llama del ideario comunero de lucha por las libertades castellanas frente al autoritarismo imperial. Su expedición a Villalar en 1821 fue un acto simbólico de homenaje a los mártires de aquel movimiento revolucionario.
Un símbolo de libertad durante el liberalismo
Durante el Trienio Liberal (1820-1823) y la Primera República, la revuelta comunera pasó a ser un referente de libertad para las corrientes progresistas del país. Figuras como Francisco Pi y Margall, presidente de la Primera República, veían en Villalar la defensa de las libertades castellanas frente al autoritarismo imperial.
En aquella época, sectores como las sociedades secretas «Los Comuneros» o «Los Hijos de Padilla» comenzaron a emplear el pendón morado, que se convertiría en un símbolo del movimiento.
La reivindicación de Villalar en el siglo XX
En los primeros años del siglo XX, durante la Restauración, hubo intentos de celebración en Villalar, como la iniciativa del diputado liberal José María Zorita Díez para conmemorar la batalla.
Años después, intelectuales como el catalán Pere Corominas destacaron el «carácter eminentemente nacionalista» de la guerra de las Comunidades y la defensa de la soberanía popular por parte de la Santa Junta.
Durante la Guerra Civil, la referencia comunera siguió presente entre las guerrillas defensoras de la República, creándose el «Batallón Comuneros de Castilla» y utilizando el pendón morado como simbología.
El paralelismo ideológico con la actualidad
La lucha de Padilla sería hoy contra la derecha, según sectores de la izquierda y el castellanismo, que ven un paralelo ideológico entre la revuelta antiimperial y su oposición a las políticas de la coalición del Partido Popular y Vox en Castilla y León.
Así como Padilla, Bravo y Maldonado se rebelaron contra el poder imperial autoritario, hoy serían la voz de quienes se oponen a un gobierno conservador y ultraderechista que, según sus críticos, amenaza los avances sociales y la pluralidad de la comunidad.
La campa de Villalar se ha convertido en un punto de encuentro para la izquierda, los sindicatos y el movimiento castellanista. Que junto a colectivos sociales, realizan ofrendas florales y proclaman sus reivindicaciones.
Según amplios sectores de la sociedad ven un paralelo ideológico entre la revuelta antiimperial y su oposición a las políticas de la coalición del Partido Popular y Vox en Castilla y León.
Así como Padilla, Bravo y Maldonado se rebelaron contra el poder imperial autoritario, hoy serían la voz de quienes se oponen a un gobierno conservador y ultraderechista que amenaza los avances sociales y la pluralidad de la comunidad.
El desafío de la Junta de Castilla y León
Sin embargo, la Junta de Castilla y León, gobernada por PP y Vox, ha impulsado un plan para «descentralizar» los actos del Día de la Comunidad. Esta iniciativa, interpretada como un intento de «restar identidad» a Villalar, ha generado malestar en la oposición y el castellanismo.
La Junta ha organizado eventos paralelos en las nueve capitales de provincia y otras localidades, con un presupuesto de 575.000 euros. Actos como carreras populares, izado de banderas y ferias gastronómicas se han programado, alejados de la concentración histórica en Villalar.
Esta decisión ha sido especialmente polémica en León, donde el movimiento leonesista, contrario al encaje autonómico con Castilla, ha tildado el plan de «provocación y adoctrinamiento». El alcalde de León, José Antonio Diez (PSOE), lo considera una «provocación».
La Unión del Pueblo Leonés (UPL) ha convocado una «contraprogramación», prometiendo repartir banderas leonesas y silbatos para hacer «una gran pitada» el 23 de abril. Otro sector leonesista ha anunciado la quema de un castillo de cartón frente a la delegación de la Junta.
Una lucha por la libertad y la pluralidad
Para los detractores del gobierno de extrema derecha, la lucha de Padilla sería hoy contra la derecha y su amenaza a los derechos y libertades en Castilla y León. Ven en las políticas del gobierno regional un intento de imponer un «pensamiento único» conservador y ultraderechista, similar al autoritarismo imperial al que se enfrentaron los comuneros.
Desde esta perspectiva, Villalar de los Comuneros representaría la defensa de la pluralidad, la diversidad y los avances sociales frente a un ejecutivo que, según sus críticos, busca retroceder en estas materias.