En un acto que debía ser de reconocimiento y honor, la Plaza Mayor de Salamanca se vio envuelta en una ola de abucheos y pitidos dirigidos hacia el Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Sin embargo, en medio de la discordia, Marlaska demostró su temple y profesionalidad.
El evento, que conmemoraba el Día de la Policía Nacional, contó con la presencia de diversas personalidades, entre ellas el alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, y la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones. Pero fue la presencia de Marlaska la que atrajo la atención de una multitud reaccionaria, que como viene siendo costumbre, no dudó en su intento de boicotear la ceremonia.
Desde el momento en que se anunció su nombre, los gritos de «fuera, fuera» y «Marlaska dimisión» resonaron en la plaza. A pesar de ello, el ministro no se dejó amedrentar y, con firmeza, recordó a los presentes el verdadero propósito del acto:
«No olvidéis que hoy es el día de la Policía Nacional y se ha venido a rendir homenaje a la Policía Nacional. Hoy es un día grande para nuestros policías».
Es lamentable que este sector de la sociedad, en su afán de notoriedad, opte constantemente por adoptar actitudes incívicas, especialmente en un día tan significativo para la Policía Nacional. Marlaska, con su ademán, demostró que la dedicación y el compromiso con el deber están por encima de las críticas y la soberbia.
La Policía Nacional, que trabaja incansablemente para garantizar la seguridad y el bienestar de los ciudadanos, merece todo el respeto y la admiración. Es esencial recordar la importancia del respeto y el civismo, valores que deben prevalecer en nuestra sociedad.
