La tensión alcanzó su punto crítico en las oficinas de Majorel en Salamanca cuando una teleoperadora se desploma tras una llamada con un cliente hostil. En un entorno laboral ya cargado, la situación puso de relieve la creciente preocupación por el bienestar de aquellos en la primera línea de atención al cliente.
Ocurrió en la calle Doctor Fleming, en el polígono El Montalvo, donde se estima que trabajan cerca de 1.300 teleoperadores. A las 11 de la mañana, la trabajadora fue objeto de insultos durante una llamada, y poco después de colgar, sufrió un ataque de ansiedad que la llevó al suelo.
Rápidamente, el Servicio de Emergencias 112 fue avisado mientras la mujer recibe asistencia temprana por parte de sus compañeros de trabajo.
Los médicos llegaron al lugar y, tras evaluar a la teleoperadora, decidieron trasladarla en ambulancia al hospital para realizar exámenes adicionales.
Este caso de que una teleoperadora se desploma en Salamanca no es un caso aislado y ocurre en un momento particularmente inquietante para la industria. Hace pocos días, un incidente trágico sacudió Madrid, donde otra teleoperadora falleció inesperadamente en su puesto de trabajo.
Estos acontecimientos han encendido las alarmas entre los sindicatos y las empresas de llamadas. Se apresuran en establecer protocolos de actuación para enfrentar situaciones de emergencia en el lugar de trabajo. Es importante que se priorice la salud y seguridad de los empleados, sobre todo en un sector donde el estrés puede ser una constante.
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