Se desató la tormenta y el embalse de Linares del Arroyo evitó una catástrofe. La cólera del cielo cayó en Ayllón, descargó lluvia sobre el terreno y envió ingentes cantidades de agua a lo largo y ancho del río Riaza. Fue una de las mayores avenidas en una década; un caudal punta superior a los 40 m³/s. Pero frente a la ira desatada, se alzó un guardián de acero y hormigón: el embalse de Linares del Arroyo.
El embalse de Linares del Arroyo, ubicado en Segovia, se convirtió en una barrera inexpugnable, evitando un desastre potencial para los municipios situados aguas abajo. No sólo resistió a la tormenta, sino que la domó, limitando la salida tan solo a 1 m³/s. La furia de la tormenta se transformó en una resaca pacífica, un eco de su anterior rugido. El embalse de Linares del Arroyo absorbió la embestida y protegió a las ciudades que dormían en su sombra.
El embalse de Linares del Arroyo evitó una catástrofe en esta época de crecientes y repentinas tormentas. Actuó como el muro que nos protege, almacenando actualmente 42,4 hm³ (78% de su capacidad total). Un aumento desde el año pasado, cuando contabilizaba 40,9 hm³, aunque todavía ligeramente inferior al promedio de los últimos diez años, 43,2 hm³.
La constante lluvia, esporádica en algunas zonas, pero persistente en otras, ha creado un pulso y una pausa en el descenso de reservas en la cuenca, lo que ha llevado a un ligero incremento en las mismas. Los embalses controlados por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) han visto un aumento de 10 hm³ en la última semana, rozando el 69% de su capacidad total, con un volumen almacenado de 1.972 hm³. Sin embargo, todavía nos encontramos en una situación precaria, con un valor tres puntos porcentuales menos que el de hace un año y doce por debajo de la media de los últimos diez años.
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