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Los orígenes de García-Gallardo. ¿De dónde viene y hacia dónde nos dirige?

Juan García-Gallardo

Las conexiones familiares de García-Gallardo con el régimen de Franco son más que evidentes y han sido objeto de debate en múltiples ocasiones. Su abuelo materno, Juan Frings Mayer, no fue un ciudadano español cualquiera. Originario de Alemania, Mayer recibió la nacionalidad española directamente de manos de Francisco Franco en 1963.

Este acto no fue una mera formalidad administrativa, sino un gesto que denota la estrecha relación y confianza entre las familias Frings Mayer y Franco. Es interesante señalar que tras la derrota del nazismo, muchos alemanes, incluidos algunos oficiales altamente buscados por los aliados, encontraron refugio en España. Curiosamente, Cantabria, lugar del fallecimiento de Juan Frings, fue uno de los lugares donde se localizaron varios de estos individuos.

Este vínculo familiar con el dictador no sólo pone de manifiesto la cercanía de la familia García-Gallardo con uno de los periodos más oscuros de la historia española, sino que también arroja luz sobre las influencias que podrían haber moldeado las opiniones y posturas políticas de Juan García Gallardo.

El extremo posicionamiento de García-Gallardo.

A pesar de su juventud, García-Gallardo ha adoptado posturas que muchos consideran reaccionarias y anticuadas. En sus redes sociales, ha defendido el franquismo con vehemencia, llegando a cuestionar por qué el franquismo era peor que la democracia. Su argumento se basa en que las democracias liberales europeas no apoyaron al gobierno del Frente Popular durante el franquismo. Además, ha mostrado una obsesión con la izquierda republicana, afirmando que la derecha tuvo un comportamiento más democrático que la izquierda durante la Segunda República, a pesar de que fue la derecha la que dió el golpe de estado al gobierno elegido democráticamente.

Estas declaraciones y posturas, junto con su historia familiar, sugieren una profunda influencia en sus políticas y decisiones en Castilla y León. García-Gallardo ha sido una figura central en muchas de las recientes polémicas en la región.

Recientemente, se refirió al canal de televisión La Sexta como un medio «encaminado a contaminar la convivencia y a enfrentar a unos españoles contra otros». Además, instó a una reportera a llevarle «un chorizo» al presentador Gran Wyoming, haciendo referencia a una sanción tributaria que el presentador recibió en 2020. Estas declaraciones reflejan su estilo confrontacional y su desdén por ciertos medios de comunicación.

En cuanto a temas más serios, García-Gallardo ha negado la existencia de la violencia machista, incluso en casos tan trágicos como el reciente asesinato de una mujer en Palencia. A pesar de la evidencia y la condena pública, el político definió el incidente como una «tragedia familiar» y sostuvo que «la violencia no tiene género». Estas declaraciones han generado críticas no solo de la oposición, sino también de miembros de su propio partido.

¿Benefician este tipo de perfiles a su partido?

La iniciativa de la oficina «Anti Okupa», impulsada por Vox y apoyada por el PP, ha demostrado ser una más de las “guerras culturales” que realiza VOX, sin tener en cuenta siquiera la propia realidad. Desde su apertura en mayo hasta finales de junio, estas oficinas no han registrado prácticamente actividad alguna, con solo 27 llamadas y siete visitas presenciales. Mientras provincias como Salamanca, Ávila o Soria no han tenido ningún contacto, la región enfrenta desafíos más urgentes, como la despoblación y la fuga de empresas, que han sido relegados a un segundo plano.

Además García-Gallardo ha sido objeto de críticas por su postura negacionista y sus vínculos ideológicos no sólo con el franquismo sino con el «trumpismo» más reaccionario. Recientemente, en un discurso en el Colegio San Agustín de Salamanca, cuestionó si el CO2 es un gas contaminante, a pesar de que expertos y organismos internacionales han señalado que las emisiones actuales de CO2, exacerbadas por la actividad humana, son una de las principales causas del cambio climático.

La política de García-Gallardo, que parece sacada de una barra de bar franquista de los años 60 o de un tuit impulsivo, contrasta con la seriedad y responsabilidad que requiere su cargo. Su negacionismo y sus posturas extremas no sólo amenazan el progreso de la comunidad, sino que también ponen en peligro la alianza del PP con Vox.

Castilla y León necesita líderes y políticas que miren hacia el futuro, que aborden los desafíos reales de la región y que no se queden atrapados en retóricas y posturas del pasado. La pregunta es: ¿convocará elecciones el PP por el bien de la comunidad o seguirá un camino que podría llevar a la región al desastre? Solo el tiempo lo dirá.

 

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