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Rubiales: 30 Minutos de un discurso que muestra lo que sería VOX en el Gobierno

Luis Rubiales

Ahí estaba Luis Rubiales, en todo su «esplendor», dando cátedra de cómo no actuar en pleno siglo XXI. Su intervención en la Asamblea de la RFEF fue un despliegue de machismo que, lamentablemente, no nos es ajeno. Sus palabras, cargadas de arrogancia y desdén, podrían haber sido dictadas por cualquier portavoz de Vox. Y es que, aunque no lleve el sello del partido, su retórica es un espejo del machismo que ya se ha instalado en muchos gobiernos autonómicos, con el guiño y la complicidad del PP.

“En ningún momento consentí el beso que me propinó [Rubiales]”, así de tajante fue Jennifer Hermoso. Sin pelos en la lengua, puso en su sitio al presidente de la RFEF. Pero Jennifer no se quedó ahí. Con una valentía encomiable, desmontó cada intento de Rubiales de retorcer la historia. “Me sentí vulnerable y víctima de una agresión, un acto impulsivo, machista, fuera de lugar y sin ningún tipo de consentimiento por mi parte. Sencillamente, no fui respetada”, sentenció.

Otras jugadoras de la Selección Nacional se han unido a ella, mostrando un frente unido y decidido. Han dejado claro que no van a tolerar actitudes machistas, ni dentro ni fuera del campo. Su valentía y determinación son un claro ejemplo de lo que el fútbol femenino representa: lucha, pasión y compromiso.

Las jugadoras de la Selección Nacional han demostrado que el fútbol femenino va más allá del balón. Frente a actitudes y discursos que parecen sacados de un manual machista, estas mujeres han alzado la voz. No están dispuestas a ser silenciadas ni minimizadas. Han demostrado que, frente al machismo, están dispuestas a luchar hasta el último minuto. Su respuesta ha sido un golazo en toda regla, un ejemplo de una lucha por el respeto y la igualdad.

Es un machismo que se siente cómodo en los pasillos del poder, que se refuerza con cada palmada en la espalda y que se perpetúa con cada gesto de complicidad.

En cuanto al fútbol masculino no todo ha sido silencio o complicidad. Varios futbolistas como Isco, Borja Iglesias o Bellerín, se han mostrado contundentes y han mostrado su apoyo a las jugadoras de la Selección Nacional. Estos gestos, más allá de simples palabras, representan un cambio de mentalidad en un deporte que históricamente ha estado dominado por figuras masculinas. El respaldo de estos futbolistas no solo refuerza la lucha contra el machismo en el deporte, sino que también envía un mensaje claro: la igualdad y el feminismo no son negociables, y es responsabilidad de todos y todas defender estos valores.

Tras el discurso de Rubiales, las redes sociales y los medios de comunicación se llenaron de comentarios y críticas. No es para menos. En una era donde el feminismo ha logrado grandes avances para el conjunto de la sociedad, actitudes y palabras como las de Rubiales no pasan desapercibidas.

No podemos pasar por alto los aplausos que Rubiales recibió tras su discurso. Esos aplausos son un recordatorio de que el problema no es solo una persona, sino una mentalidad arraigada en sectores de nuestra sociedad. Es el reflejo de un machismo que, lamentablemente, sigue vivo y que encuentra eco en discursos como el de Rubiales y en la acción política de partidos como Vox. Es un machismo que se siente cómodo en los pasillos del poder, que se refuerza con cada palmada en la espalda y que se perpetúa con cada gesto de complicidad. Pero también es un machismo que, cada vez más, encuentra resistencia y voces dispuestas a desafiarlo.

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