El compromiso de Carnero con el soterramiento vuelve a la palestra. El Grupo Municipal Socialista pone sobre la mesa las palabras del alcalde: “Si no soy capaz de soterrar, yo me iré”. Este recordatorio llega en un momento crucial, cuando la ciudad se prepara para un Pleno Extraordinario que podría definir el futuro de su integración ferroviaria.
Pedro Herrero, portavoz del GMS, enfatiza la necesidad de una “óptima ejecución” del Convenio de Integración Ferroviaria, un proyecto que promete transformar el entorno de la estación del Campo Grande. La construcción de una nueva terminal ferroviaria no solo mejorará la conexión entre el centro y el barrio Delicias, sino que también se erigirá como un nuevo icono urbano. Con una inversión prevista de 131 millones de euros, casi el doble de lo inicialmente acordado, el proyecto se presenta como un impulso sin precedentes para la ciudad.
Las ensoñaciones de Carnero por un soterramiento técnicamente inviable.
La estación tiene prevista su construcción en superficie, lo que hace imposible un soterramiento que, por otra parte, resulta técnicamente inviable, tal y como ha demostrado el equipo de 20 funcionarios cualificados de Adif. Además del enorme desembolso económico y las faraónicas obras que serían necesarias para su ejecución.
La proyección de Valladolid, con un aumento estimado del 31% en el número de pasajeros y la ampliación de las frecuencias de alta velocidad, subraya la importancia de este proyecto. Además, la construcción de una tercera vía y nuevas conexiones con el norte de España, así como la electrificación de los trenes para reducir el ruido, son pasos adelante en el plan de desarrollo urbano y en sostenibilidad.
En este escenario, las palabras del alcalde Jesús Julio Carnero vuelven a la mente de todos los vallisoletanos y vallisoletanas con fuerza: “Si no soy capaz de soterrar, yo me iré”. La comunidad espera ahora una respuesta firme y acciones concretas que alineen las promesas con la realidad tangible de Valladolid. La integración ferroviaria no solo es una cuestión de infraestructura, sino también de compromiso político y visión de futuro para la ciudad.