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La extrema derecha agrede al Portavoz del PSOE Olegario Ramón en Ponferrada

Agreden a Olegario Ramón a las puertas de la sede del PSOE en Ponferrada

Olegario Ramón, secretario general del PSOE en Ponferrada y presidente del Consejo Comarcal de El Bierzo, ha sido agredido este jueves por un grupo de ultras cuando se dirigía junto a otros compañeros a la sede del partido, donde fanáticos de extrema derecha mantienen concentraciones desde el pasado otoño.

Este ataque se enmarca en el preocupante auge de movimientos ultraderechistas que promueven la confrontación y el odio. Líderes populistas ultraderechistas como Santiago Abascal en España o Javier Milei en Argentina han normalizado una retórica incendiaria que algunos de sus seguidores más radicales interpretan como justificación para agredir a sus adversarios políticos.

El ascenso de VOX y su creciente influencia han venido acompañados de un repunte de agresiones y amenazas contra representantes progresistas, activistas y colectivos vulnerables. La agresión a Olegario Ramón es un recordatorio de que la violencia política instigada por el discurso del odio es una amenaza real que no podemos subestimar.

Este incidente ha generado una ola de reacciones en las redes sociales, donde numerosos usuarios han expresado su rechazo a la violencia y han reclamado un cordón sanitario frente al discurso extremista. Analistas políticos consultados por este medio advierten del peligro que supone normalizar o minimizar las ideas y actitudes ultraderechistas.

Ya sea apelando a la xenofobia contra minorías e inmigrantes, cuestionando las instituciones democráticas, oponiéndose a agendas progresistas en materia de derechos o enarbolando un nacionalismo exacerbado, el discurso populista de extrema derecha siembra división, enfrentamiento y pone en riesgo los derechos y libertades que las sociedades democráticas modernas pretenden garantizar.

El vínculo inquietante entre Milei, Vox, Trump y otros referentes de la ultraderecha.

De hecho, líderes como Abascal, Milei o Bukele han sido invitados a compartir escenario con Trump en la influyente Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en Washington en los últimos meses. Un escaparate más de esta alianza tóxica de la derecha radical que busca capitalizar políticamente el descontento social en distintas latitudes bajo la bandera del miedo, la división y el odio.

En este contexto de auge de los populismos extremistas, el horrendo ataque sufrido por la militante argentina debería ser una potente llamada de alerta. Los discursos de odio tienen consecuencias, y permitir que se instalen en el debate público pone en riesgo los derechos y libertades que tanto ha costado conquistar.

Es responsabilidad de todas las fuerzas democráticas hacer un frente común contra la  violencia política que ejercen personajes como Milei o Abascal, rechazando de plano esos mensajes excluyentes que nutren la violencia irracional. Tolerar lo intolerable es rendirse ante quienes quieren revertir los avances sociales y democráticos de las últimas décadas.

Casos como el de esta militante argentina abusada y amenazada por seguir los ideales de igualdad, justicia y dignidad humana son inaceptables en sociedades que se dicen civilizadas. Una advertencia cruda de que el precio de la indolencia contra el fascismo puede ser demasiado alto.

 

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